El espejo



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El niño se despierta a mitad de la noche. Las imágenes de un sueño reciente aun flotan en su mente como las nubes que se alejan después de una tormenta. El viento oscuro mece suave las cortinas y se cuela en la habitación a través de la ventana. Todo está tranquilo y en silencio. Nada impediría que el sueño infantil renaciera en su cuerpo si no fuera por aquello que le acompaña. Puede sentir su presencia. Esta cerca, muy cerca. En algún lugar oculto entre la oscuridad de la noche. Su mirada invisible le hace daño. Es el terror más absoluto e irracional, uno de los miedos más ancestrales de la humanidad: el miedo a enfrentarse a si mismo.
Un rayo de luz de luna baja desde el cielo estrellado, ilumina tenuemente el cuarto y desenmascara al ser. Se encuentra justo enfrente de él, con su endeble cuerpo de trapo estirado sobre una vieja silla y una mirada esquizofrénica de ojos sin vida. Le sonríe con una mueca burlona. Los brazos le cuelgan inertes como un cadáver.
Ha aparecido días atrás, escondido en un polvoriento baúl de la casa. No se sabe bien a quien pertenecía. Pero desde entonces no había dejado de temerle, es su mayor pesadilla. A pesar de eso, no puede evitar fantasear con la imagen de aquel viejo muñeco cobrando vida. Es extraño que el hombre pueda llegar a temer su propia creación. ¿Por qué tiene el ser humano tanta obsesión con recrearse a si mismo? Quizás el querer dar vida a un muñeco que toma nuestra misma imagen puede esconder la incapacidad que tiene el ser humano de aceptar un hecho irremediable: la muerte. O lo que es lo mismo, el miedo extremo a lo desconocido, al vacío. Esto desemboca en la invención de la vida artificial, los misteriosos estudios del alquimista para encontrar la piedra filosofal o el exilir de la vida eterna y las legendarias búsquedas del santo grial. Es una actitud dual y contradictoria. Se desea inmortalidad y al mismo tiempo el hombre no parece encontrarse muy a gusto consigo mismo. No requiere sólo la mera existencia para ser feliz. Necesita recrearse y reinventarse continuamente. Incluso cabe la posibilidad de que el amor que damos a nuestros hijos no sea más que una excusa barata para un sentimiento egoísta con el que podemos sentirnos realizados al garantizar el legado de nuestro propio yo. El placer de poder moldear a nuestro antojo una pequeña parte nuestra puede ser realmente gratificante. Sin embargo, jugar a Dios puede ser peligroso cuando nuestra creación se nos escapa de las manos. Esta parece una especie que vive continuamente reflejándose en un espejo. ¿Eres tú realmente o es tu propio reflejo en el espejo? La problemática llega cuando el espejo nos muestra cosas que no nos gustan o no queremos ver.

¿Es el espejo la maldad o sólo la refleja?


Dust in the wind
All we are is dust in the wind
-Kansas-

1 comentaris:

Anònim ha dit...

Quina és aquesta història? La d'aquells que es passen hores i hores al lavoratori per descodificar la cadena d'ADN humana amb tots els seus gens per realitzar un somni (suposem que el somni de crear ésser perfectes, trobar els gens del geni o fer un exercit (del que sigui) apte per unes feines específiques com va fer cert rei del nord, no recordo si Angleterra, França o Dinamarca, en creuar només homes i dones altes per tenir soldats alts (potser també el somni de la República de Plató))? O potser és la història d'aquells que busquen l'eternitat, ja sigui en la mort jueva-cristiana-musulmana, ens el quirofens, en la imatge fotogràfica o en la imprempta (la mateixa eternitat que es troba en la fantasia dels musulmans suicides que imaginen que un cop la carn exclatada els donaren la benvinguda una munió d'angels femenins sense cos (¿?), és a dir, eterns)?