La crítica


Hace mucho calor. Los africanos toman su venganza mandándonos olas calurosas y deshidratadoras a ver si la diñamos unos cuantos y paramos un poco de fastidiar mientras nos entretenemos buscando la solución para una futura repoblación. La Crítica mete el ventilador estratégicamente para que le de en la cara porque el uso del aire acondicionado hace aumentar el efecto invernáculo y dispara la factura de la luz. Se dispone a escribir una crítica con cierto olor a putrefacción en latín para transcribirlo inmediatamente en un castellano lleno de faltas ortográficas y gramaticales con léxico catalanizado de analfabeto funcional profundo e individuo poroso desorientado que pierde las fronteras lingüísticas de la cabeza y las normativas arbitrarias. Finalmente, sin pensarlo mucho, la Crítica decide no publicar sus pechugas junto con el artículo tal como le había recomendado el señor Muñeco de Nieve (recomendación inspirada en el airbag de Ceci) que a su vez se negó a estampar su entrepierna en el fondo amarillento alegando que su carne resultaba demasiado fría para el gusto del consumidor. Sin embargo, viendo que la imagen puede no tener ninguna relación con el escrito se decide por una cosecha propia. Pues quien se cocina, se come o algo así decía el dicho.

Mientras escribe, la Crítica es consciente que mete más paja de la necesaria. Pero desconoce como empezar y además se la trae al viento y a la tierra la extensión de susodicha crítica a los Estados Unidos de América. Va a revolcarse en las vísceras del liberalismo y la democracia. Se va a reír de los supuestos contratos sociales redactados para la creación pacífica de estados que se manifiestan a favor de los derechos individuales mientras tienen a indios de dudosa humanidad y progenies del diablo amarrados en jaulas, donde las bestias mas jóvenes, diabólicas y desalmadas se van suicidando masivamente al descubrir su esperanzador y prospero futuro recubiertos con el fetiche nacional. Va a sacar las vergüenzas del país más defensor a espada y bomba atómica de la democracia y la libertad, quitando el antifaz y mostrando la inexistente seguridad social, la pobreza marginal y la competitividad más masiva y globalizadota que deshumaniza y eleva al máximo el egoísmo individual y que, como una mancha de aceite, se extiende más allá del Océano Atlántico penetrando en los monos del viejo continente. Por miedo a tocar los hilos de una araña sospechosa de algo más que el culto al cuerpo, se detendrá de puntillas en los modelos imposibles hechos con bisturí y anoréxica, los cuales animan a regalar a las crías un par de tetas de goma para su cumpleaños y con la oferta un retoque de nariz al estilo de Barbie la puta-cristiana, la rubia más vendida y hortera que se le dedica, ni más ni menos, que una calle color rosa chicle. La Crítica echará una mirada, irónicamente, a la población más obesa y consumista del planeta Tierra que a pesar de vivir en uno de los continentes más diversos y ricos en alimentos, las prisas y la producción masiva no les permitió darse un respiro y comprobar aquello que les rodeaba dejando, por un momento, de mirarse el ombligo (bonito ombligo, querido ombligo) que día tras día coge más protagonismo. Duda si se meterá en la supuesta Guerra Santa manchada de petróleo, como ciertas costas que no vienen a cuento, que llevará la libertad y la democracia a los infieles y salvajes musulmanes. Sin embargo sí describirá y alertará de la nueva religión que asoma la cabeza desde las profundidades más prosperas y de clase media de Estados Unidos para apagar sus remordimientos, no menos cristianos, de culpabilidad frente a ciertas situaciones. Pues según está, Dios da al malo pobreza y al bueno riqueza, y con esa extraña y poco tradicional premisa se desprenden del aparente dolor de cabeza de tener que pensar en un mundo más justo y equitativo, pues en estos caminos del Señor cada cual tiene y se encuentra con lo que se merece y santas pascuas. Todo eso, criticará la Crítica sin quitarse el sujetador, pues no hay nada más triste que lleguen a valorarte (y te valores) más a las mamas ineptas y vacías de leche que a las cuatro neuronas que pululan desorientadas entre descarga y descarga con un cráneo espaciado y duro.

La Crítica está cansada y decide posponer la crítica. Pues tiene mucho calor y poca voluntad. Así que una vez más, deja todos los propósitos para el año que viene, a ser posible por noche nueva no sea que algún año se quede sin propósitos y descubra su inmune y miserable vida.

Sigo viva...