Igualdad de derechos para los polígamos

Estos días renace la moda casamentera, donde todo bicho viviente pide para reyes matrimonio. Cada cual a su gusto y nuestros comerciantes - políticos con corbatas diseñadas por los mejores (y más caros) nombres de la moda barcelonesa y madrileña se disponen a satisfacer los deseos para no perder tajada en el asunto (no se diera el caso de que descubrieran lo innecesario e inútil que resulta el matrimonio). Mientras se abre el debate callejero. Individuos que imprimen sus pensamientos en pancartas sobre que es o deja de ser matrimonio, alguno intenta meter entre la rendija cuestiones de otra índole, gritan un poco y vuelven a casa o a la misa del domingo. Hay quien espera, desde el público, el iluminado que finalmente responsabilice a Carod y la fragmentación de España sobre el Apocalipsis moral, como suele pasar en los asuntos de la gran nación, para poder vitorear con ganas y dormir tranquilo pensando que la raza española tiene sus cojones en su sitio. De todo este alboroto heterogéneo y fastidión, parece que queda resuelto y escrito aquello que muchos ya sospechábamos y otros ponían en práctica, el núcleo familiar necesariamente no tiene que estar formado por un hombre y una mujer, sino pueden ser dos personas del mismo sexo. Algo es algo.

A pesar de los cambios, el antes y el después tienen una cosa en común: el matrimonio es entre dos personas. Se conserva y limita el número. A juzgar por las novelas y películas cinematográficas (y la opinión popular) parece ser que una tercera persona fastidia el asunto. El experimento se convierte en una pesadilla pasional donde al menos uno termina en el baúl de los recuerdos y nada vuelve a ser como antes. Los personajes llevan la marca en el corazón años y años hasta que se mueren (algo que no necesariamente sucede con las parejas donde cabe aquello de “si te he visto, no me acuerdo”). I es que dice el dicho popular que en el amor tres son multitud. Pero en la práctica ni tres son multitud, ni cuatro, ni cinco. De hecho algunas familias, si su tamaño fuera en relación directa con la gente que pasa por la cama de los protagonistas legales, su extensión equivaldría a la de un pueblo enterito de una densidad considerable, sin exageraciones. No sé quien se invento eso de que los occidentales eran monógamos. Ni sé por que uno no puede estar orgulloso de ser polígamo y se tiene que esconder en el armario o en el trastero. El eterno drama de la existencia humana es tener escoger un o una acompañante entre los millones y billones de especimenes que sobreviven o sangran al mundo. Lo cual a menudo uno se equivoca y tiene que volver empezar el casting.

Sin embargo, cabe preguntarse por qué hay que conformarse con un solo amor, cuando tienes que pagar una hipoteca que equivale a tu sueldo mensual. Queda más que claro para cualquiera que sepa un poco de números (suma y restar) que los beneficios económicos de formar familia con una multitud son superiores que con uno solo. Eso se lo tenían sumamente estudiado los trabajadores de la tierra. Sospecho que los porcentajes de posibilidades de tener carne cuando te apetece es más alto que con la parejita (pues si con uno no puedes, lo intentas con el otro y sino todos a la vez) y de tener conflictos también (no todo serán flores de colores). Claro que puestos a pedir me pido una poligamia que no sea ni poliginia ni poliandria, que pueda escoger si quiero casarme con siete mujeres y tres hombres, por poner un ejemplo. Eso aún no se como sé llama, ni siquiera sé si tiene nombre.

Una es consciente que si tales peticiones fueran cumplidas (en este país, conservando los derechos individuales de cada ser humano), se abrirían una serie de conflictos de dudosas soluciones. Pues poniéndose una a pensar, ¿qué ocurría con las pagas de viudedad? Teniendo en cuenta que cada congénito tiene derecho a una paga de viudez, un muerto podría equivaler a varias pagas. Pero para rizar más el rizo si cabe, uno podría tener más de dos pagas de viudez. Idéntica discusión surgiría con las pagas de orfandad. Y si alguien del grupo quisiera divorciarse y además tuvieran hijos, ¿les tocaría a todos pasar la paga? Difícilmente, conservando las estructuras actuales, al estado le saldría a cuenta una sociedad poligámica. Amén de que hay una deficiencia de roles culturales en estos casos. Pero para pedir al vacío, a una no le cuesta nada y si puede se pide hasta la Luna.