La crisis no existe


En medio del Apocalipsis, los gigantes se esconden. Hoy parece que todo cae, que ningún pilar es suficientemente bueno por si mismo, que nada es seguro. Impera la ley del sufrimiento. Hay que sufrir, porque en otros tiempos fuimos golosos. Como una penitencia, hoy toca flagelarnos. Las casas se desnudan de una supuesta opulencia. También las barrigas y las cuentas corriente se acercan a la nada. Curiosamente, detrás de todo siempre hay la misma respuesta. Es la sombra de todo los males. Omnipresente, como un dios maligno, se expande hasta lugares inimaginables. Escucho y leo lo mismo, en todos sitios, en todas las bocas. Lo dicen los periodistas, los economistas, las prostitutas, los informáticos, los banqueros, las mujeres de la limpieza, los políticos y la viejecita de enfrente. Ella vale para todo. Es multidisciplinaria.
Si los banqueros no dan crédito, es por la crisis. Si las pensiones se congelan, es por la crisis. Si los derechos labores desaparecen, es por la crisis. Si las tiendas cierran, es por la crisis. Si sube el paro, es por la crisis. Si los políticos no tienen propuestas, es por la crisis. Si los adolescentes pasan frío en los institutos, es por la crisis. Si el hambre se hace más presente, es por la crisis. Si la violencia se multiplica, es por la crisis. Si los ricos son más ricos y los pobres son más pobres, es por la crisis. Si la sanidad ya no es gratuita, es por la crisis. Si no encuentras trabajo, es por la crisis. Si la gasolina sube de precio, es por la crisis. Si las calles comerciales se vacían, es por la crisis. Si los pisos no se venden, es por la crisis. Si la gente pierde el piso, es por la crisis.
La crisis es un fantasma que se encuentra detrás de cada esquina. Una respuesta rápida y sencilla, sin muchas complicaciones y nos deja las manos limpias a todo. No hay un blanqueante mejor que este. Uno puede poner en suspensión cualquier paradigma que creíamos seguro, estable y fiable, porque así lo pide la actual crisis mundial. Y una empieza a pensar y dudar, como Descartes lo hizo una tarde o como dijeron que hiciéramos los fenomenologistas. La idea queda suspendida allí, en el aire. Porque resulta que la crisis la ve todo el mundo, una respuesta plausible que invita a todos a apretarse el cinturón. Un ente perfecto que exime a cualquiera de toda responsabilidad e incluso de cualquiera explicación. No fueron ellos, fue la crisis. Una especie de destino que desencadena la tragedia, donde el héroe parece que no puede luchar contra ella, como la de los antiguos griegos. Griegos! Cuantas volteretas para llegar a lo mismo. Pero una no puede evitar dudar y la respuesta a las preguntas se vuelven distintas. Entiendo el miedo de aquellos que se contentan con respuestas difusas, pero seguras, que permitan rápidamente pasar página y mirar para el futuro. ¿Pero cómo mirar nuestro futuro, sin ver lo que dejamos? ¿Cómo tocar la tecla correcta, cuando no conocemos el instrumento? La crisis es una buena solución, para seguir como ahora, para que el orden siga igual, sin muchos cambios. Pero quiero decir una cosa, aunque me da miedo decirlo. Quiero deciros una cosa. Aunque se que lo que diré dejará sin respuesta a muchas personas. Pero también es verdad, que vaciando certezas, tal vez aparezcan otras respuestas más certeras. Porque si hasta ahora la crisis ha desvelado un pasado de falsa riqueza, tal vez, ella misma oculte falsas respuestas. Quizás esto tenga poco que ver con las tragedias griegas y estemos ante un simple culebrón donde solo aparecen hombres, sin dioses. Quizás el hombre está más solo de lo que cree. Insisto, no estoy loca. Puede que algunos lo crean. Otros seguramente los liberé de un mal, aunque al poco rato, estoy segura que verán el abismo y se preguntaran. La incertidumbre nunca deja indiferente a nadie. Espero no hacerles sufrir más de lo que ya sufren. Habrá muchos que no me crean, no los puedo culpar, es difícil creerme. Quizás unos pocos (espero que más de los que imagino) ya lo saben. Pero lo que decía, lo que quiero decir, solo he dudado y hoy no puedo evitar deciros que la crisis no existe.