Matrimonio Heterosexual

Se me antoja desmitificar hoy el matrimonio heterosexual (o lo qué casi se acerca a lo mismo, las parejas heterosexuales) como unión natural, complementaría y de armonía de valores. No prohibirlo, ni hacer un manifiesto en contra, simplemente bajarlas del cielo de Dios a la tierra sucia, corrupta y caótica. Por que una cosa es lo que queremos que «debería ser» y la otra es lo que «es», y lo peor que puede ocurrir es que te hagan pasar por lo que «debería ser» por lo que «es».

Unión Natural, ligada a la reproducción

En nuestros genes no está escrito el matrimonio. De hecho, ni siquiera para reproducirse hace falta el matrimonio. Una puede joder con el primer desconocido, sin volver a verlo nunca más, ni adquirir ningún tipo de compromiso, y sin embargo quedarse preñada. Para que haya reproducción, lo único necesario es la fecundación entre un hombre y una mujer, nada más. De hecho, muchas han comprobado que existe la fertilidad fuera del matrimonio.
El matrimonio es una construcción cultural, ligada más a las herencias materiales (conservación o aumento de propiedades familiares) que a las genéticas. Tiene que ver con los roles de poder. Las uniones matrimoniales varían geográficamente en función de las estructuras sociales y de poder.

Unión Complementaría, ligada a las tareas
La división de tareas cada vez esta más diluida, por la incorporación de la mujer en el mundo laboral. Sin embargo, sigue habiendo una mayor implicación de las mujeres en las tareas domesticas. Por ello, puedo decir que esta complementariedad que se le adjudica al matrimonio heterosexual, es asimétrica y falsa. La realidad es que es mucho menos cansado trabajar ocho horas diarias y sentarse en el sofá el resto del día, que tener que hacer la cama de todos los habitantes de la casa, la cena de todos, lavar los platos de todos, lavar la ropa de todos, planchar la ropa de todos, ir a comprar y limpiar la mierda de todos. El primero además, implica tener un mes de vacaciones y domingos fiestas (algunos hasta sábados). Ahora además, para las mujeres se les suma las ocho horas diarias de trabajo. Lo cual si al principio podía tener algo de complementario – aunque no asimétrico – porque uno se encargaba de traer el dinero y la otra de hacer de chacha, en el caso actual la complementariedad se rompe. Ya no es complementario, es un abuso.
En mi casa esta complementariedad además a resultado ser problemático, porque a la que le toca hacer las tareas domesticas es consciente de la asimetría.

Unión de Armonía, ligada a los valores y cualidades
La armonía es una cualidad ligada a la construcción de géneros, los cuales son opuestos entre sí y por tanto, las deficiencias de uno, las llena el otro y viceversa. El problema resulta cuando las cualidades ligadas a lo femenino y masculino no concuerdan, como pasa y seguirá pasando. Porque aunque digan que las mujeres son más habladoras, existen mujeres que nacieron mujeres y no hablan lo que deberían hablar para ser mujeres y aunque digan que los hombres son menos lloricas, lo cierto es que existen hombres que nacieron hombres y lloran lo que no deberían de llorar para ser hombres. Lo cierto, es que eso no es una tara de la naturaleza, porque las hormonas las tienen en su sitio, simplemente un fracaso en los esquemas. Cuando esto ocurre, que ocurre casi siempre, la armonía se va al traste. Porque tienes un padre llorón y una madre también llorona, y se pasan el día llorando (aunque no por eso tienen que ser desgraciados, pueden ser felices, pero no tienen armonía).
Sea dicho de paso, a mi me tocaría tener una predisposición para escuchar, sin embargo escucho poco, primero porque tengo una tara de nacimiento y segundo porque no presto atención a lo que me dicen.

2 comentaris:

Anònim ha dit...

Y peor que el matrimonio la familia. ¡Viva Platón!

Unknown ha dit...

La familía es horrible.