Después de la evidente falsedad de la apariencia, véase la individualidad real del cuadrado, frente a una colectividad inexistente de la raíz, Madame se dispone a tirar los dados. Sin embargo, cae en la cuenta de la perdida. Un viejo verde se los trago por las fosas nasales mientras esnifaba cocaína. Madame piensa: «que los coja quien quiera, yo allí no meto la mano».

1 comentaris:

Anònim ha dit...

¡Hay que meter mano! ¡Hay que meter mano!