Allí donde la filosofía no se ha vendido al especulatismo oficial, le ha sido imposible desde Hegel reprimir su éxodo a las cuestiones de la existencia material. Los niños presienten algo de eso en la fascinación que parte de la zona del desollador, de la carroña, el olor asquerosamente dulce de la putrefacción y las expresiones prohibidas para ese terreno. El poder que ejerce en el inconsciente es quizá tan grande como el de la sexualidad infantil; pero aunque ambos se superponen en la fijación anal, apenas coinciden en algo. Un saber inconsciente susurra al oído de los niños que lo reprimido por la educación que les civiliza es precisamente lo importante.

Theodor W. Adorno

1 comentaris:

Anònim ha dit...

Es tntat la represión que los demás y nosostro mismos ejercemos sobre nuestra conducta y emociones que lo que reprimimos de nosotros mismos tal vez nos defina mejor que lo que dejamos que se libere.