Las innovaciones de Nietzsche

El Anticristo hecho Cristo

Crítica de la modernidad. - Nuestras instituciones no valen ya nada: sobre esto existe unanimidad. Pero esto no depende de ellas, sino de nosotros. Después de haber perdido todos los instintos de los que brotan las instituciones, estamos perdiendo las instituciones mismas, porque nosotros no servimos ya para ellas. El democratismo ha sido en todo momento la forma de decadencia de la fuerza organizadora: ya en Humano, demasiado humano, I, 318, dije que la democracia moderna y todas las realidades a medias, como el «Reich alemán», eran la forma decadente de Estado. Para que haya instituciones tiene que haber una especie de voluntad de tradición, de autoridad, de responsabilidad para con siglos futuros, de solidaridad entre cadenas generacionales futuras y pasadas in infinitum [hasta el infinito]. Si esa voluntad existe, se fundan cosas como el imperium Romanum: o como Rusia, la única potencia que hoy tiene detro de sí duración, que puede aguardar, que todavía puede prometer algo, - Rusia, el concepto antitético de la miserable división europea en pequeños Estados y de la miserable nerviosidad europea, las cuales han entrado en una fase crítica con la fundación del Reich alemán... Occidente entero carece ya de aquellos instintos de que brotan las instituciones, de que brota el futuro; acaso ninguna otra cosa le vaya tan a contrapelo a su «espíritu moderno». La gente vive para el hoy; vive con mucha prisa, - vive muy irresponsablemente: justo a esto es a lo que llaman «libertad». Se desprecia, se odia, se rechaza aquello que hace de las instituciones: la gente cree estar expuesta al peligro de una nueva esclavitud allí donde se deja oír simplemente la palabra «autoridad». A tal extremo llega la décadence en el instinto de los valores propios de nuestros políticos, de nuestros partidos políticos: ellos prefieren instintivamente lo que disgrega, lo que acelera el final... Testimonio, el matrimonio moderno. Es evidente que al matrimonio moderno se le ha ido de las manos toda la razón: esto no constituye, sin embargo, una objeción contra el matrimonio, sino contra la modernidad. La razón del matrimonio - consistía en la responsabilidad jurídica exclusiva del varón: con ello el matrimonio tenía un centro de gravedad, mientras que hoy cojea de ambas piernas. La razón del matrimonio - consistía en su indisolubilidad por principio: con ello adquiría un acento que sabía hacerse oír frente al azar del sentimiento, de la pasión y del instante. Consistía asimismo en la responsabilidad de las familias en cuanto a la elección de los cónyuges. Con la creciente indulgencia en favor del matrimonio por amor se ha eliminado precisamente el fundamento del matrimonio, aquello que hace de él una institución. Una institución no se la funda nunca jamás sobre una idiosincrasia, un matrimonio no se lo funda, como se ha dicho, sobre el «amor», - se lo funda sobre el instinto sexual, sobre el instinto de propiedad (mujer e hijo como propiedad), sobre el instinto de dominio, el cual se organiza constantemente la forma mínima de dominio, la familia, y necesita hijos y herederos para mantener también fisiológicamente unas dimensiones ya alcanzadas de poder, influencia, riqueza, para preparar unas tareas prolongadas, una solidaridad de instintos entre los siglos. El matrimonio como institución comprende ya en sí la afirmación de la forma más grande, más duradera, de organización: si la sociedad misma no puede responder de sí como un todo, hasta las generaciones más remotas, entonces el matrimonio no tiene ningún sentido. - El matrimonio moderno ha perdido su sentido, - por consiguiente se lo elimina. -
Friedrich Nietzsche
Crepúsculo de los ídolos
Introducción, traducción y notas de Andrés Sánchez Pascual.
Biblioteca Nietzsche
Alianza Editorial
Madrid, 2002

Nota: Madame leyó estás líneas, creyendo estar leyendo un cura cualquiera del Vaticano. Cual fue la sorpresa al descubrir, que el supuesto cura era, ni más ni menos, que el viejo anticristiano Nietzsche bebiendo vino y comiendo pan. Ahora agua bendita. Amén.

1 comentaris:

Anònim ha dit...

En el Zaratustra hay otro capítulo sobre matrimonio e hijos, que al margen de la institución, sí que va más en el matrimonio por amor, aunque excluye al que busca refugio para su soledad. Compara muchos matrimonios como arreglos para acabar con muchas pequeñas tonterías en una prolongada estupidez